la palabra “también” se agregó para hacernos ver que las mujeres, como Sara, pueden ejercer la misma fe que tuvo Abraham. Sara también dejó a Ur de Caldea, ella también viajó con Abraham a Canaán y habitó con él también en tiendas de campaña. No solo eso, sino que también ella tuvo la fe personal en el Dios vivo. Y esto es así porque ella también estuvo preocupada por la revelación divina que había recibido su esposo Abraham, y ella participó de las dificultades que debieron afrontar para la realización de la promesa.
La bendición de la simiente prometida fue asignada tanto a Abraham como a Sara y en consecuencia a ella se le presenta como ejemplo para la iglesia: “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos, como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor, de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza” (1 Ped. 3:5-6). John Owen dijo: “Así como Abraham llegó a ser el padre de los fieles, o de la iglesia, de la misma manera Sara es madre de ella. Ella fue la mujer libre de la que nació la iglesia (Gál. 4:22-23), y todas las mujeres que creen son sus hijas (1 Ped. 3:6)”
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