En el Evangelio de Juan se presentan varios contrastes entre lo que el judaísmo ofrecía y lo que Cristo trae. El judaísmo representaba lo antiguo, las sombras, lo imperfecto, lo terreno y temporal; Pero Cristo representa lo nuevo, lo perfecto y lo celestial. Los judíos sacrificaban el cordero que no podía limpiar la conciencia, pero Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Los judíos tenían el agua antigua de una religión nominal, pero Jesús trae el nuevo y buen vino de la vida espiritual. El judaísmo tenía el maná terrenal, que sólo servía para alimentar el vientre; pero Jesús es el verdadero pan del cielo que da vida eterna al que come de él por la fe. Los samaritanos tenían el pozo de Jacob, del cual debían sacar agua constantemente para saciar la sed material; pero Jesús es el verdadero Manantial celestial, del cual, quien tomare, jamás tendrá sed. Ahora Juan nos mostrará que los judíos tenían un templo material lleno de sacrificios externos, suciedad, mercadería y falsa religión; pero Jesús es el verdadero templo de Dios en medio de los hombres: santo, espiritual y glorioso. Los judíos tenían la fiesta de la pascua, en la cual se sacrificaban muchos animales, pero el corazón continuaba en incredulidad y maldad; mas Jesús es la verdadera pascua, la redención del hombre, la real transformación espiritual.
En este libro el pastor Julio C. Benítez analiza la enseñanza de Jesús sobre la adoración.
Páginas; 65 páginas
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